Un país frente a sí mismo
Desde la vuelta de la democracia es la primera vez que se deberá gestar alianzas para gobernar y que aparece un partido alternativo.
España está en transición, aunque no se sabe bien hacia dónde. Este domingo habrá nuevas elecciones y según las encuestas el escalonamiento será el siguiente: Partido Popular (PP), Unidos Podemos (suma de Podemos e Izquierda Unida), Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Ciudadanos (partido emergente de derecha). A este punto se llega luego del fracaso anterior, que arrancó en las elecciones del 20 de diciembre de 2015, que había arrojado el siguiente orden de resultados: PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos, Izquierda Unida. Es decir, desde la vuelta de la democracia a mediados de los ’70, hay dos novedades en el sistema parlamentario español: por primera vez será necesario tejer alianzas para gobernar, y por primera vez se cuela entre los dos primeros una formación no tradicional. Es decir, se rompió el bipartidismo y hoy hay cuatro fuerzas que tallan.
Por supuesto siguen las dos formaciones tradicionales, el PP de derecha y el PSOE, esa socialdemocracia que hace tiempo perdió en Europa su base y su razón de ser, y que es corresponsable de los planes de austeridad neoliberales de los últimos tiempos. Es lo que algunos en España llaman PPSOE, un partido único con matices menores.
Por otro lado se consolidan dos formaciones emergentes. Por un lado Ciudadanos, la “nueva política” con la misma ideología que ha llevado al país a una situación límite de 22 por ciento de desocupación y cinco millones de hogares pobres. Y el cuarto en discordia es Podemos, que ahora al haberse aliado a Izquierda Unida se ha extendido a Unidos Podemos, llegando a ocupar el segundo lugar en la intención de votos. Es la herramienta política surgida del movimiento de los indignados luego de 2011 y que tiene como objetivo recuperar el espíritu de lo que alguna vez fue la socialdemocracia, recuperar las batallas a las cuales el PSOE renunció hace mucho. Es decir, mejorar la democracia con medios de comunicación verdaderamente libres, recuperar soberanía nacional, políticas keynesianas, el Estado de Bienestar, que el pueblo mediante elecciones tenga más decisión que el poder financiero internacional y más que Berlín y Bruselas, una verdadera economía mixta donde se recuperen los bancos estatales que hoy ya no existen, y la lucha contra las desigualdades
De todos modos, lo que queda del programa de gobierno de Unidos Podemos es demasiado para la pacata clase política española, que se muestra escandalizada ante un atisbo de alternativa. Y entonces surge lo mismo que en nuestros países: la grieta. Esta última semana de campaña electoral en España ha transcurrido por la cornisa, al borde de la campaña sucia, con spots televisivos agresivos y con un tinte de miedo como arma electoral, arma a la cual con distintas estrategias e intensidades, apelaron tanto el PP como el PSOE y Ciudadanos.
De ahí a que esa estrategia de campaña tenga un correlato de gobierno pareciera haber un pasito nomás. Es en realidad la jugada maestra de Mariano Rajoy, el presidente saliente, quien insiste en la necesidad de formar una “gran coalición”, al estilo de Alemania, donde los socialdemócratas sostienen la intención de un cuarto período para la conservadora Angela Merkel a partir de 2017.
Ciudadanos, el Podemos de derecha, asume su función de árbitro y a lo sumo aspira a negociar de la mejor manera, haciendo cotizar lo más alto posible su apoyo, en una patética muestra de los métodos de la vieja política en manos de la supuestamente nueva política. Mucho negocio político y poca política.
Y la clave entonces está en el PSOE, que mucho más que en los meses pasados, ahora tendrá en sus manos la posibilidad de buscar un cambio para España o de suicidarse políticamente.
Ya hay varias ciudades grandes que desde hace un año tienen gobiernos progresistas: Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia, Cádiz y La Coruña. Y lo más importante es que están demostrando que sí se puede gobernar distinto, con eficiencia y mayor conciencia social. Eso es lo que molesta al verdadero poder en España y por eso se profundiza la grieta
Pero lejos de discutir de frente sobre propuestas políticas, demonizan a Unidos Podemos azuzando el miedo a un “gobierno de extremistas radicales” y usando el tema nacionalista catalán como excusa y prenda de unidad de los partidos españolistas. Es que Pablo Iglesias, el líder de Unidos Podemos, ha dicho que si llega al gobierno va a respetar el derecho democrático de los catalanes de celebrar un referéndum sobre qué tipo de vida quieren para el futuro, si dentro del Estado español o dentro de Europa como un Estado más.
Esta semana, Unidos Podemos apeló a un as bajo la manga, y fue el apoyo de 180 economistas a su programa económico, para contrarrestar la campaña de miedo y fortalecer la discusión más profunda de que de una recesión solo se puede salir con políticas anticíclicas y expansivas. Lo cierto es que la recesión ya está instalada, que el 16 por ciento de los españoles es pobre, que uno de cada tres está en riesgo de caer en la pobreza, un 45 por ciento de familias que no pueden irse de vacaciones ni siquiera tres días y un 20 por ciento que no comen huevos, carne o pollo y que en invierno tienen que apagar el calefactor. Tres millones de españoles, en los últimos cuatro años, se han caído de la clase media para ser nupos (nuevos pobres).
El último tema que se coló en la campaña española fue el de la corrupción, que golpea principalmente al PP en el gobierno, pero también al PSOE. De todos modos, se las arreglan para poner este tema en el centro de la escena denunciando también a Ciudadanos y a Unidos Podemos. Corren el riesgo de que se vea su propia mugre, pero ganan por dos vías: primero porque las culpas se licuan, si todos son corruptos, en definitiva nadie es corrupto, pero principalmente porque perdiendo tiempo y energías en hablar de la corrupción, en definitiva no se habla de política, que es lo que realmente les asusta.
Así las cosas, los españoles este domingo van a votar por segunda vez en seis meses, con el debate de fondo haciendo foco en el sistema político que empieza a mostrar también sus debilidades. El resultado que se espera quizá cambie el orden del de diciembre pasado, pero será igualmente fragmentado en cuatro, y por lo tanto, dependerá de la grandeza de sus dirigentes y de la capacidad para volver a poner la política en el centro de la escena que se pueda formar gobierno o bien que España siga empantanada.