Un mundo mejor es posible
Por Mariano Saravia
Por supuesto que es posible, y no sólo posible, sino que es necesario y urgente. Al menos un barrio mejor, una ciudad mejor, una provincia mejor, un país mejor.
¿Pero cómo?, te estarás preguntando vos.
Empezando por varios NO y varios SÍ. Entre los NO, algo fundamental es dejar atrás el desánimo y el derrotismo, la idea de que nada se puede lograr, ese sentimiento de pérdida total que lleva a la frustración. ¿Qué perdiste, si cuando naciste estabas desnudo, desnuda? Es una imagen, pero lo que quiero que pienses es que hemos ganado mucho en los últimos años, sobre todo en derechos. Por supuesto que también hay retrocesos y que falta mucho todavía.
A lo que también hay que empezar a decir NO, es a esperar todo desde arriba, desde los gobiernos. Si tenemos gobiernos antipopulares, no hay que esperar nada de ellos y lo único que cabe es combatirlos desde la batalla cultural y la construcción de alternativas democráticas. Si son gobiernos que representen algún avance (llamales como quieras: nacionales y populares, progresistas, de centro izquierda, etc.), no esperar el ideal de ellos, ni todo lo que soñamos que serían. Tomarlos sólo como un mojón en el camino, un punto desde el que no hay que retroceder. Agradecer a la vida por ese avance, pero saber que hay que seguir construyendo, con esos dirigentes o sin ellos, ya verás vos.
Por último, empezar a decirle NO a la cibermilitancia, que es un engaña pichanga. Por supuesto que sí existe la propaganda política en las redes sociales, a veces más directa y otras veces más oculta. Pero eso lo hacen los que se dedican a eso, hay técnicas y es un trabajo que lleva mucho tiempo. Pensar que uno está militando por estar todo el día en Instagram, Facebook o whatsapp es una ilusión que solo nos autojustifica. En realidad, esa situación lo que hace es saturarnos, intoxicarnos, envenenarnos. El resultado es que no solo no ganamos nuevas voluntades, sino que perdemos la nuestra, porque caemos en el desánimo, el peor de los enemigos. Estarás pensando que esto que digo es incoherente, porque justamente estas líneas están circulando por redes. Pero se trata no de prescindir de las redes, sino de usarlas como herramientas y no que nos usen ellas a nosotros.
Si vencemos el derrotismo, si salimos de la burbuja virtual y si empezamos a hacer cosas más allá de lo bueno o malo que haga el gobierno, empezaremos con los SÍ.
¿Y qué es lo que queremos? Muchas cosas, pero seguro que estaremos de acuerdo por empezar por un mundo (barrio, ciudad, provincia) donde haya un poco más de trabajo, movimiento económico y por consiguiente dignidad, menos desigualdad, marginalidad y violencia.
Ahí empiezan tus SÍ. O, mejor dicho, tus elecciones, que desde tu vida cotidiana pueden cambiar el mundo. En definitiva, basta de discursos grandilocuentes, basta de discusiones en el aire y a ser coherentes en cada elección, en lo que depende de vos. Y creéme que es mucho.
Tengo que hacer las compras. ¿Adónde voy? Con una mano en el corazón, decime si no vas al supermercado, o al hipermercado, cuanto más grande mejor. ¿Por qué? ¿Comodidad, estacionamiento, precios, variedad? ¿O simple costumbre? Un poco de todo eso. En 1984 el 55 de las compras de los argentinos era en almacenes. Hoy no llega al 30 por ciento. Y en cuanto a precios, hace décadas, el supermercado era en promedio entre un 13 y un 15 por ciento más barato. Ahora, al tener la vaca atada, a veces incluso es más caro, pero en promedio es sólo un 3 por ciento más barato. Pero por cada súper que se abre, cierran decenas de mercaditos y almacenes, con todos los problemas que eso ocasiona, desde económicos hasta sociales. Los almacenes y mercaditos generan muchos más puestos de trabajo que las “grandes superficies”. Si por alguna razón muy grande tenés que ir al súper, por lo menos pensá si son capitales nacionales o si esa plata que vas a dejar ahí luego engrosará la fuga de divisas porque la mandan a la casa central, muy lejos de tu mundo.
Es más, si pudieras buscar circuitos alternativos, mucho mejor. El Movimiento Campesino de Córdoba tiene una boca de expendio en Rivadavia 758, con alimentos más sanos y más baratos. Y si caminás dos cuadras, tenés el Mercado Norte, que es una experiencia en sí misma. Es un paseo, lleno de colores, olores y sabores. Una maravilla que no se puede comparar con los “no lugares” que son los súper, los híper y todas esas cosas.
Hablando de “no lugares”, una mención especial para los shoppings. Todos iguales, si no vas, no te perdés nada. El concepto surgió en Canadá, a mediados del siglo 20. Un lugar adonde encontraras de todo en pleno invierno, con nieve y temperaturas que llegan a 20 y más grados bajo cero. Un lugar adonde puedas estacionar y, bajarte del auto, y con calefacción hacer todas las compras y trámites. Porque en los meses de invierno es imposible caminar por las calles de Montreal o de Toronto. ¿Pero acá, qué sentido tiene? Más allá de los sentidos que ya sabemos.
¿Qué sentido tienen las cadenas de farmacias que parecen más un supermercado que una farmacia? Donde venden hasta juguetes para mascotas. Incomprensible.
¿Tenés que comprar un libro? Vas a las grandes cadenas que son lo mismo, “no lugares”. Parecen supermercados de libros. Te atiende un pibe que no sabe nada del tema, o directamente te tenés que atender vos mismo/misma, con maquinitas que leen el código de barras y a lo sumo te dicen el precio, pero nada del autor o de la editorial. Cuando lo más lindo del mundo es perderse en una librería de verdad y charlar con el librero de profesión, que te aconseja y te mima. ¿Y qué comprás? Un consejo, por lo menos preguntá, preocupate por saber algo de los y las escritoras locales, podés llevarte una grata sorpresa y aportar mucho a la cultura de tu mundo.
¿Consumís cultura? ¿Vas al teatro, vas a un recital? Ah, sólo cuando viene alguien “grosso” de afuera. Bueno, revisá tus gustos y tus elecciones. Quizá te sorprendas si te digo que en Córdoba, por ejemplo, hay una maravillosa movida de teatro, entre los elencos oficiales y las compañías independientes, y obras y actores y actrices de primerísimo nivel. Lo mismo podríamos decir de la movida musical, con grandes compositores y cantores y cantoras, en cada género. ¿Te gusta el rock? Tenés. ¿Te gusta el folclore? Tenés. ¿Te gusta la ópera? ¿Te gusta el tango? Tenés. Tenés de todo, faltás vos nada más.
Ah, un capítulo aparte son los periodistas, conductores y locutores. Que alguien me explique cómo puede un periodista jugarla de progre y poner sólo música de afuera. Y cuando digo de afuera no digo del extranjero sino todo de Buenos Aires, de consagrados. Música que no necesita ser difundida porque ya se difunde por todos lados, y de músicos que no necesitan ayuda. Es que por cada vez que un tema es pasado en una radio, Sadaic le deposita unos pesitos al autor o a la autora. Entonces, muchachos, un poco de coherencia con lo que dicen. El discurso tiene que sostenerse con los hechos. En plena pandemia, cuando nuestros músicos se morían de hambre por no poder hacer presentaciones, las radios (y no hablo de las radios comerciales) seguían pasando a los consagrados, en vez de tirarles un salvavidas a los y las artistas locales, que son muchos y muy buenos.
No digo que haya que difundir algo por el solo hecho de que sea de acá. Si algo es malo, no hay defensa posible. Pero si hay opciones de calidad, siempre priorizar lo nuestro. Y no es por chauvinismo o localismo barato. Sino por algo muy concreto: si la escritora, si el músico, si el carnicero, el librero y el heladero de tu pueblo, de tu ciudad están un poco mejor, a la larga, la vuelta de la rueda terminará también mejorando tu mundo.
Trato de ser coherente, consciente en cada decisión, dentro de lo que puedo. Entonces, ¿tengo que comprar bolsas de residuos? Le compro al pibe que las vende en la calle. ¿Tengo que comprar un regalo? Voy a la feria de artesanos. Voy a la farmacia de toda la vida y al mercadito. Porque sé que yo también vivo de las y los que van a mis espectáculos o hacen mis cursos virtuales.
La reciprocidad es también una ley de la vida.
En definitiva, como decía Armando Tejada Gómez: la única salvación es colectiva.
Y en gran medida depende de tus NO y de tus SÍ.