Seguridad para todos o para nadie
Por Mariano Saravia
La guerra siempre es mala. Abogamos por la paz. Y otras frases hechas, éstos y otros lugares comunes, se escuchan por todos lados. Pero es todo mentira, hipocresía pura.
Te muestran a un país demonizado (Rusia) invadiendo injustificadamente a otro país (Ucrania).
Pero la cuestión es mucho más compleja, y si no se la toma en serio, ésta será sólo la primera de muchas guerras, o bien parte de una guerra más larga y grande, que involucre a Rusia, un gigante económico, político, geográfico e histórico, potencia nuclear en la actualidad.
Y repito algo ya dicho: acá no hay buenos y malos, y menos, izquierda y derecha.
Es cierto que Rusia está invadiendo Ucrania y también es cierto que Rusia está defendiendo a su población del Dombás de las masacres ucranianas. Pero principalmente, es cierto que Rusia se está defendiendo a sí misma de la amenaza de la OTAN.
Estos dos puntos son fundamentales: el conflicto separatista en el este de Ucrania y el nuevo concepto que vienen esgrimiendo Rusia y China de “indivisibilidad de la seguridad”. Quiere decir que la comunidad internacional debe entender que, garantizándoles la seguridad a Rusia y a China, ganamos en seguridad todos. Porque este mundo ya es un mundo multipolar, aunque Estados Unidos no lo acepte, y no se puede seguir ninguneando a Rusia y a China.
Si Occidente sigue en esta postura de miopía, de tergiversar los hechos, de demonizar a Rusia y a China y de seguir las locuras imperialistas de Estados Unidos, cuando se acabe esta guerra, vendrán otras. ¿Por qué? Ahí te va.
Europa es un mosaico de nacionalidades y de conflictos separatistas, producto del fracaso de los Estados nación. Ahí están las luchas (más violentas o menos violentas) de catalanes, vascos, gallegos, escoceses, irlandeses, bretones, corsos, flamencos, valones, y un larguísimo etcétera.
Y en Europa del Este y Asia Central sucede algo parecido, sobre todo en países donde hay gran cantidad de población rusa.
El Imperio Ruso existió desde el siglo 18 hasta principios del siglo 20 y abarcaba territorios de los Estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), toda Ucrania, Bielorrusia, la mitad oriental de Polonia, Moldavia (Besarabia), Rumania (Valaquia), el Cáucaso (las actuales Armenia, Georgia y Azerbaiyán), Finlandia, la mayoría del Asia Central (actuales repúblicas de Kazajistán, Turkmenistán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán) y una parte de lo que hoy es Turquía (las provincias de Ardahán, Artvin, Iğdır y Kars, o sea la Armenia Occidental). Entre 1741 y 1867, el Imperio ruso también incluía Alaska, hoy Estados Unidos y controló por cierto periodo la región de la Manchuria china, el norte de Irán y la mitad norte de Hövsgöl (Mongolia).
Después de la Revolución de 1917, la Unión Soviética (URSS) agrupó a los tres países eslavos (Rusia, Ucrania y Bielorrusia), los tres bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), Moldavia, los tres del Cáucaso (Georgia, Armenia y Azerbaiyán) y los cinco de Asia Central (Kazajistán, Turkmenistán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán).
Luego de la caída de la URSS, estas 15 repúblicas se independizaron y tomaron rumbos diferentes. Pero quedó mucha población rusa principalmente en Ucrania, Bielorrusia, Moldavia, Georgia y los cinco de Asia Central.
Recién ahora muchos se enteran de la existencia de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk (pro rusas). Pero también hay otros casos similares. Son regiones que técnicamente son provincias de otros países pero que en la práctica funcionan como Estados independientes, y pro rusos.
Transnitria, entre Moldavia y Ucrania, considerada por Moldavia como provincia pero que en la práctica funciona como un país independiente donde el idioma oficial es el ruso. Abjazia, al norte de Georgia, sobre el Mar Negro, y Osetia del Sur, al norte de Georgia (donde ya hubo una breve guerra entre Rusia y Georgia en 2008). Estos tres ejemplos funcionan en la práctica como Estados independientes reconocidos por Rusia y algunos otros pocos países.
Cualquier reivindicación separatista o irredentista (viene del irredentismo italiano que reivindicaba para sí las regiones de Istria, Dalmacia, se aplica también a las reivindicaciones argentinas sobre Malvinas) puede convertirse en un conflicto. Pero mucho más, cuando a la “Madre Patria” se la acosa y se la pone en peligro, como es el caso de la OTAN con Rusia.
Por eso, esto que estamos viendo en el este de Ucrania, puede repetirse en cualquier momento.
Como hemos dicho, la forma de prevenirlo, la forma de abogar realmente por la paz y que no sea una frase hueca, tiene dos vías. Por un lado, respetar las autonomías de las regiones separatistas (caso de Transnitria, Abjazia y Osetia del Sur), para intentar preservar la integridad de los países a quienes pertenecen (Moldavia y Georgia). Lo mismo para el Dombás dentro de Ucrania.
Por el otro lado, y lo más importante, tomar en cuenta el nuevo concepto de la política internacional que es el de “indivisibilidad de la seguridad”. Es decir, no va a haber seguridad para Occidente ni para nadie, si se pone en peligro a las dos potencias que son Rusia y China.

