¿Qué está pasando en el Perú?
Ahora, la discusión política gira en torno a un muerto. Abimael Guzmán, fundador y líder de Sendero Luminoso, quien falleció el sábado pasado a los 86 años en la cárcel, donde cumplía una condena a cadena perpetua desde 1992. ¿Qué se discute?Algo básico, ¿qué hacer con el cuerpo que sigue en la morgue judicial? Las leyes peruanas obligan a entregar el cuerpo a la familia, pero la Justicia se niega y la derecha en el Congreso quiere que se lo haga desaparecer. El presidente Pedro Castillo duda.¿Cómo hacerlo desaparecer? Sí, la derecha peruana, fascista y además poco original, quiere copiar lo que hizo Estados Unidos con Osama Bin Laden. La excusa es evitar que su sepulcro sea un santuario o lugar de peregrinación. Para eso, quieren incinerarlo y tirarlo al mar. ¿Hay algo oculto en esto? Hoy se discutirá en el Congreso. Pero detrás de esto, hay un ataque indirecto al gobierno. Sendero Luminoso no existe más desde hace mucho tiempo, pero la derecha agiganta su fantasma y dice que muerto Abimael Guzmán, el heredero es ni más ni menos que el presidente Castillo. ¿Cuál es la respuesta del Ejecutivo? Tibia, dubitativa, como viene siendo con sus ministros y con los otros ataques de la derecha, a menos de dos meses de haber asumido. En principio se alineó con la idea ilegal de no entregar el cuerpo a la familia y hacerlo desaparecer. El gobierno de Pedro Castillo, en todo caso, está perdiendo una oportunidad histórica de ir al fondo de la cuestión, y no quedar entrampado en la chicana politiquera de la derecha peruana.Quizá sin quererlo, lo que se ha instalado en el Perú es un debate muy profundo: ¿qué hacer con los genocidas después de la muerte? Si en vida, un genocida no tiene que tener otro lugar que no sea la cárcel, ¿qué se hace después de muerto? ¿Pueden tener un lugar en el cementerio al lado de la gente común? Es un debate muy serio que no se ha planteado profunda y orgánicamente en ningún país del mundo. Habría que discutir si cabe el concepto de genocida para Abimael Guzmán, porque en general, para que exista el delito de genocidio, tiene que existir la intención de exterminar un grupo humano, tiene que ser sistemático, y por ende, casi siempre desde el Estado. Pero supongamos que cupiera el término de genocida para Abimael Guzmán, el gobierno peruano podría tomar esto profundamente como un precedente jurídico para actuar con los verdaderos genocidas del Perú, empezando por Alberto Fujimori, hoy preso por delitos de lesa humanidad y con 83 años.