Mitre atrás del asesinato de las dos niñas argentinas en el Paraguay
Mariano Saravia
La noticia escandalizó a todo el mundo, sobre todo en Argentina. El Ejército Paraguayo, más precisamente la Fuerza de Tareas Conjunta (FTC), había asesinado a dos niñas argentinas. Y el gobierno de Mario Abdo Benítez las disfrazó de guerrilleras en una clara acción de “falsos positivos”, como la estrategia que usaba el ex presidente colombiano Álvaro Uribe en los ’90, asesinando campesinos y haciéndolos pasar por guerrilleros de las FARC.
En este caso, fue un ataque armado a mansalva contra un campamento del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), en el norte del país. Las niñas, que vivían en Misiones, Argentina, aparentemente estaban visitando a sus padres, y las agarró la pandemia por eso no pudieron volver.
¿Pero qué es el EPP? Según los medios hegemónicos y el Estado paraguayo (sobre todo a través de su Justicia) es un grupo guerrillero de izquierda vinculado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Sin embargo, las FARC nunca emitieron un comunicado oficial ni avalando ese vínculo ni apoyando al grupo armado paraguayo.
El periodista y escritor paraguayo Hugo Pereira aclara respecto al EPP: “Aparece en marzo de 2008 cuando los campesinos de Kurusu de Hierro estaban ganando la batalla contra los agroquímicos, cuando estaban siendo escuchados por el estado, incluso el Poder Judicial, cuando ganaban, aparece el EPP y quema el retiro de una estancia y se adjudica la acción en un panfleto, haciendo retroceder todo ese movimiento genuino”.
Según la fiscalía paraguaya, los militantes del EPP son entrenados por las FARC y son peligrosísimos, un discurso reproducido hasta el infinito por los medios hegemónicos, dentro y fuera del país. Pero Pereira agrega: “La FTC oficializó la represión contra la población campesina a la que se vincula discursivamente con esta gente. Pero, sin embargo, en los medios de comunicación nunca le hicieron una entrevista a la propia población sobre la impresión de lo que está pasando en la zona. En las pocas oportunidades que se le da voz a la gente, te dicen que ‘al EPP le conocemos a través de la televisión’”.
Siguiendo con Pereira, “lo que está en el fondo de la cuestión es nada más ni nada menos que un millón y medio de hectáreas en manos de 560 personas o firmas”. Se refiere especialmente a las tierras en manos de los terratenientes a quienes benefició la dictadura de Stroessner y de los brasiguayos (brasileños sojeros que se van quedando poco a poco con todo el norte paraguayo).
En este contexto, lo que hay en Paraguay es un plan sistemático de violaciones a los Derechos Humanos de la población campesina, para despoblar el campo y completar el reparto entre pocas manos latifundistas. El dos por ciento de la población es dueña de alrededor del 90 por ciento de las tierras cultivables. Sin embargo, el Paraguay es quizá el país de Sudamérica que mayor población rural mantiene, a pesar de ser también el país con la más injusta distribución de tierras del mundo.
Es un plan sistemático de exterminio de la población campesina. De un lado, con matanzas disfrazadas de acciones contrainsurgentes. De otro lado, con otra forma es un exterminio más lento, con los campesinos, muchos de ellos pertenecientes al pueblo guaraní, para quienes la tierra es todo, obligados a abandonar la tierra, el territorio, y terminar alimentando las villas miserias de Asunción o de Buenos Aires. Es decir, un plan sistemático de vaciamiento del campo para dar lugar a la sojización y al ecocidio, en beneficio ya no sólo de los terratenientes sino sobre todo de las multinacionales de agronegocios. Y esto en virtud de un plan mayor que no sólo tiene objetivos económicos sino también políticos. Así como con los medios hegemónicos y con los distintos elementos de la batalla cultural se busca manejar la cabeza de los pueblos, con el ecocidio y con la pérdida de la soberanía alimentaria se busca manejar la alimentación de los pueblos.
Esto es lo que existe atrás del escándalo del asesinato de las dos niñas argentinas. Esta es la realidad dolorosa del Paraguay de hoy. Pero podría ser otra. Porque el Paraguay vivió el mejor ejemplo de un proceso de desarrollo con igualdad que existió en Sudamérica, entre su independencia en 1811 y 1864. Entre otras cosas, durante los gobiernos de Gaspar Rodríguez de Francia y de los dos López (Carlos Antonio y Francisco Solano) la casi totalidad de la tierra era del Estado a través de las 77 Estancias de la Patria, y se alquilaban a un precio casi simbólico a los campesinos. La tierra era para quien la trabajaba. Ese Paraguay también era un Paraguay con ferrocarriles estatales, con telégrafo, con astilleros, con flota mercante, con siderurgia, y sin analfabetos, sin mendigos, sin bancos extranjeros y sin deuda externa. Esos fueron, entre otros, los motivos de la Guerra de la Triple Alianza, un genocidio ejecutado en primerísimo lugar por los cadetes del Imperio Británico: Don Pedro II, emperador del Brasil, y Bartolomé Mitre, presidente de la Argentina.