Las claves del año
Especial para Nodal
Este 2019 que estamos empezando a desandar será un año clave para el futuro de todos y todas. Puede deparar muchas sorpresas, pero también podemos intentar un análisis previo, sin ningún ánimo de jugar a pronosticadores o adivinos.
Habrá mucho en juego, un mundo que se sigue reconfigurando, y habrá que ver hasta qué punto será multipolar, porque por ahora asoma una pelea de fondo entre dos peso pesados: China y Estados Unidos. Una pelea que empieza en lo comercial pero que se traslada a lo político y podría derivar en lo militar, aunque hay una certeza, lo que no incide para nada es el componente ideológico. En esa pelea de dos, podría haber un tercero en discordia: Rusia. Por otra parte, los actores que aparentemente van abandonando el lugar que tenían hasta hace unos años en el orden internacional son principalmente dos: la Unión Europea y Sudamérica. La primera se resiste a pasar a un segundo o tercer plano. La segunda, entrega alegremente el rol que supo tener.
También estará en discusión el futuro de las instituciones supranacionales: ONU, OEA, OMC, e incluso FMI y Banco Mundial, entre otras. Hasta ahora, vienen mostrando su enorme incapacidad para alcanzar los objetivos para los que fueron creadas. Y lo que antes era más disimulado, hoy se vuelve directo y desmbozado: el descreimiento de la mayoría y el abandono de las grandes potencias. Por ejemplo, Estados Unidos el año pasado abandonó el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, no firmó el Pacto Mundial sobre las Migraciones, desconoció el acuerdo nuclear con Irán y cortó la financiación de la UNRWA, que es la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos. Esto habla de un desprecio importante por parte de la administración Trump hacia el multilateralismo. El extremo fue el anuncio del traslado de su embajada de Tel Aviv hacia Jerusalén, una ciudad que la comunidad internacional considera con status internacional y no como capital del Estado de Israel. Pero estas conductas pueden generar imitaciones en gobiernos de extrema derecha como los de Hungría, Italia o Brasil.
En este sentido, más allá del orden internacional, estos gobiernos de extrema derecha han desembarcado en todos los continentes para poner en discusión valores que creíamos fortalecidos como los derechos sociales, laborales o incluso los Derechos Humanos y la democracia. Habrá que ver qué correlación de fuerzas tienen estos gobiernos de tintes neofascistas para imponer estos retrocesos sociales y políticos y, al mismo tiempo, cuán ágil y creativa será la resistencia de esos pueblos.
Son viejas disputas, aggiornadas y con actores nuevos o remozados.
En este escenario, China fortalecerá su imagen de adalid del multilateralismo, junto a otros actores impensados, como Rusia, Irán y hasta la mismísima Turquía. Cada uno de estos países difiere muchísimo en su sistema de gobierno, en su programa económico, tienen grandes problemas internos y varios de ellos hasta hace poco chocaban en sus intereses. El mejor ejemplo es Turquía, hasta hace unos años aliada de Occidente y enfrentada a Irán y Rusia. Pero en política internacional no hay amigos o enemigos permanentes, sino intereses que fluctúan.
Elecciones 2019
En este 2019 habrá elecciones importantes, que marcarán el pulso sobre todo en torno a dos fenómenos que vienen siendo importantes pero amagan con serlo aún más: el tema de las migraciones y las luchas feministas.
En ese sentido, Canadá será una prueba de fuego, porque si bien es un país con relativamente escasa población, es muy importante simbólica y políticamente.
En Europa también estos temas estarán en agenda, porque habrá elecciones generales en Dinamarca y Polonia, dos países donde avanza la extrema derecha nacionalista y xenófoba en un año en el que las migraciones estarán en el centro del debate.
También se elegirá presidente en Ucrania, en medio de una guerra latente con los rebeldes pro rusos y la tensión extrema con la propia Rusia de Putín.
Y elecciones al Parlamento Europeo en España, donde asomó la cabeza el partido Vox, neofranquista.
En Asia habrá también elecciones importantes que pueden marcar el rumbo de una de las potencias futuras: la India. Y también en Nigeria e Indonesia. Es decir, tres de las democracias formales más grandes del mundo.
Además de Nigeria, en el continente africano habrá elecciones generales en los dos extremos: Argelia y Sudáfrica, entre otros países.
Y en América Latina también habrá un año cargado de elecciones, con El Salvador, Panamá y República Dominicana. Pero las tres que más nos importan a nosotros son las de Bolivia, Uruguay y Argentina, donde podría reconfigurarse otra vez el mapa político regional.
Hay que seguir con atención cómo se desencadena la crisis política y económica en Venezuela, ya iniciado el segundo mandato de Nicolás Maduro. Y si las amenazas belicistas de Bolsonaro e Iván Duque tienen algún asidero.
Hablando del presidente colombiano, anunció que los países alineados con Estados Unidos están pensando en Prosur, una construcción supranacional que reemplace a Unasur y borre cualquier resabio de los gobiernos nacionales y populares de hace un tiempo.
Y sobre todo será clave ver cómo le va en sus primeros tiempos a López Obrador al frente de México, porque si logra resultados concretos será un faro de esperanza para todo el continente, lejos de las teorías del fin de la historia. Ahora bien, ¿qué serían resultados concretos para México? Que López Obrador, que ha llegado al gobierno, pueda ahora construir poder real. Y a partir de ese poder, pueda depurar de a poco un Estado podrido y atravesado absolutamente por la corrupción y el crimen organizado, bajar los niveles de violencia urbana, enfrentarse al narcotráfico con una estrategia real y, en definitiva, ir mejorándole aunque sea de a poco pero en forma palpable, la vida cotidiana a su pueblo.
La violencia y las guerras, abiertas o encubiertas, serán claves este año. Las expectativas, como se dijo, ya no son tan grandilocuentes como “conseguir la paz” sino algo mucho menos ambicioso: contener los conflictos, que no se propaguen a países vecinos y que disminuyan en el foco, asistir a las poblaciones que los sufren y evitar que los mismos se vuelvan crónicos, como sucede con varios: el conflicto palestino-israelí; el ucraniano-ruso; el turco-kurdo; el saudí-yemení; el de las dos Coreas; el serbio-kosovar; la masacre del pueblo rohinya en el oeste de Myanmar (ex Birmania) y varios en África.
También hay que ver si el 2019 es finalmente el año de la derrota final y desaparición del Isis o Estado Islámico y cómo se reconfigura el terrorismo radical musulmán, obviamente fogoneado por Occidente, desde las épocas de Al Qaeda hasta el propio Isis.
También hay que ver cómo se resuelve finalmente el Brexit, y si la Unión Europea puede ser domada por una Alemania a la cual le cuesta cada vez más mantener la hegemonía de antaño. Con una Francia en llamas y con una Italia que deriva cada vez más hacia el neofascismo y el populismo de derecha.
Pero lo dicho al principio, el escenario principal será el de la Guerra Comercial entre Estados Unidos y China, y el de la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia. Con un telón de fondo que parece surgido de una película de ciencia ficción: la Guerra de las Galaxias. Porque el 2019 será el año de preparación para que en el 2020 Estados Unidos lance su unidad militar espacial.