Mariano Saravia
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Especialista en Política Internacional

¿El principio del fin de la Unión Europea?

junio  2016 / 21 Comentarios desactivados en ¿El principio del fin de la Unión Europea?

Por Mariano Saraviabrexit-5

Nota en Revista Veintitrés. Junio 2016

El próximo jueves 23 podría marcar el principio del fin de un sueño de la Unión Europea si finalmente se produce el tan temido (mezcla de Britain y exit) en el referéndum para decidir si abandona el bloque regional. En algunas encuestas, la opción Brexit lleva 10 puntos de ventaja por sobre la opción de permanecer en la unión.

El principal defecto del bloque, que por estas horas se manifiesta, es la falta de equilibrio entre sus miembros, sobre todo entre grandes y chicos; también su seguidismo a la política exterior de Estados Unidos, asumiendo sus consecuencias y sin obtener ningún beneficio. Pareciera que todavía estuvieran pagando la deuda del Plan Marshall, después de más de 60 años.

El bloque ha mostrado además la hegemonía casi absoluta de Alemania, compartida mínimamente con Francia y el propio Reino Unido. Esto se ve claramente en la constitución de un centro y una periferia dentro mismo del bloque regional, que hace que países como Grecia, Portugal o Irlanda no tengan otra alternativa que obedecer los dictados de Bruselas (sede de las instituciones europeas) y de Berlín. Como ejemplo de esto está la tragedia de Grecia que hoy es una democracia tutelada, sin margen de maniobra autónoma, incluso con un gobierno de izquierda como Syriza.

En cuanto a su seguidismo de Estados Unidos, quizá su consecuencia más peligrosa para Europa es la avalancha de refugiados de Medio Oriente, Asia Central y África, lugares devastados por las invasiones y desastres cometidos por Washington.

Todo esto influye directamente en la crisis económica, política, social y moral de un continente que parece volcarse cada vez más hacia opciones de extrema derecha, xenófobas o neofascistas. Se está viendo en Francia, donde las huelgas y protestas contra la flexibilidad laboral del gobierno socialista dejan una clara ganadora: Marine Le Pen, la líder del Frente Nacional, fuerza populista de extrema derecha.

Separatismo o unión

En el Reino Unido, la campaña a favor de abandonar la Unión Europea está encabezada por el UKIP (Partido Independentista del Reino Unido) y por el ex alcalde conservador de Londres Boris Johnson, que llega a sus actos de campaña en un típico colectivo rojo de dos pisos con una inscripción que dice: “Todas las semanas mandamos a la Unión Europea 350 millones de libras. En lugar de eso, financiemos nuestra sanidad pública”. Además, sus otros slogans de campaña son: “Retomemos el control” y “Creamos en nosotros mismos”.

Estos mensajes populistas calan hondo en una sociedad que nunca fue demasiado eurófila. Cuando no existía todavía el Eurotúnel, el Canal de la Mancha se cruzaba en ferry. Y cuando había mucha niebla, los barquitos no cruzaban. El chiste dice que en esos días, los ingleses comentaban: “Qué macana, el continente está aislado”. Apoyado en ese espíritu separatista y en la crisis, el discurso xenófobo y antiinmigrante da sus resultados.

La campaña por la permanencia en la UE está encabezada por líderes no muy convencidos: el primer ministro David Cameron y el jefe de los laboristas Jeremy Corbin. Cameron fue el de la idea de convocar al referéndum, sobre todo para aplacar las rebeliones internas que tenía en el Partido Conservador. Hoy se lo recriminan propios y extraños, y él responde con frases hechas como: “Convoqué al referéndum porque soy un demócrata”. Se declara a favor del Remain, pero todos saben que en el fondo es un euroescéptico.

Lo mismo sucede con Jeremy Corbin, aunque desde posturas ideológicas distintas. Cuando fue diputado en 1975 se opuso al ingreso a la entonces Comunidad Económica Europea, y en 1993 describió a la UE como “parte de un extremadamente injusto orden económico mundial”. Por eso, sus últimas apariciones públicas a favor del “remain” han sido tan tibias y poco creíbles.

Todo esto hace mella en el electorado laborista, que podría ser la tabla de salvación para evitar el Brexit, si se volcaran masivamente a votar y consecuentemente con su ideología. Pero hoy por hoy, el elector laborista no sabe bien cuál es la posición de su partido y ni siquiera sabe si va a ir a votar el jueves 23.

Según algunas encuestas, el 40 por ciento de los laboristas no saben si votarán ni qué votarán, mientras que el 26 por ciento votará por el Brexit. Esto está marcando un distanciamiento de las bases con su conducción, lo mismo que pasa con el electorado conservador. E incluso está sucediendo con los sindicatos más fuertes, ya que a pesar del apoyo de los líderes sindicales al remain, el 36 por ciento de los trabajadores sindicalizados votaría por la salida. Dentro de la clase media ese porcentaje crece hasta el 52 por ciento.

En las elecciones del año pasado un gran porcentaje del electorado laborista terminó votando al UKIP, partido populista de derecha y antieuropeo. Esta es paradójicamente la tendencia en toda Europa, donde los partidos de derecha e incluso de extrema derecha siguen ganando terreno, ante la falta de respuestas de los supuestos progresismos.

El laborismo hoy está en una encrucijada, ya que no puede seguir ignorando un tema central como es la inmigración. Usar ese tema como chivo expiatorio ante la crisis va contra sus principios, pero es el argumento que más está resultando a la campaña por el Brexit, que agiganta los fantasmas dando por hecha la entrada de Turquía a la unión.

Además, hay un cruce de dardos envenenados entre conservadores y laboristas. Ambos evitan subirse juntos a una tarima para pedir a los británicos votar por quedarse en Europa. En cambio, juegan peligrosamente con fuego en pos de intereses electorales mezquinos, como si se tratara de un juego de ajedrez. Cameron prefiere dar un paso al costado para no exacerbar su interna con Boris Johnson, y esperar que los laboristas tomen la bandera del Remain.

Por su parte, John McDonnell, portavoz de economía en la oposición, y el sector más de izquierda del laborismo, piden el voto por la permanencia y contra “el Brexit tory”, como llaman a los conservadores. Y han lanzado una campaña paralela junto a los verdes y figuras internacionales como Yani Varufakis. La campaña se llama Otra Europa, y persigue una agenda europea que incluya los temas sociales y pueda ser una alternativa real al neoliberalismo del ajuste, el endeudamiento y la guerra. Es un buen intento para retomar todo lo positivo que tuvo la construcción europea, pero con los desafíos del presente, y al mismo tiempo volver a las bases políticas del laborismo, hoy bastante desdibujadas.

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