De cumbre en cumbre, un abismo
Por Mariano Saravia
El mundo está cambiando… o ya cambió. Aunque no le guste al Imperio Estadounidense.
Ya no hay un hegemón total, aunque los medios nos quieran seguir mintiendo.
Pero ese imperio en decadencia, no se resigna y en sus manotazos de ahogado, mezcla su poder de destrucción con algunos actos que lo ponen en ridículo ante el mundo.
Por un lado, arrastra a países históricamente neutrales, como Suecia y Finlandia, a integrar por primera vez una alianza bélica agresiva como es la OTAN. Por otro lado, arrastra a toda Europa a una guerra híbrida que tiene como parte central la guerra económica y financiera, con sanciones que afectan también a los propios sancionadores.
¿Por qué EEUU hace esto? Porque no puede soportar la idea de tener que compartir el mundo con otros. ¿Quiénes son esos otros? China y Rusia.
¿Y son mejores estos dos que Estados Unidos? Probablemente no, pero la política internacional es mucho más estrategia que valoraciones éticas. Y siempre será mejor un mundo multipolar que uno unipolar.
No hay nada más desconcertante, impredecible y peligroso que un imperio en decadencia. Y el Imperio Estadounidense está llevando al mundo al límite de una guerra nuclear.
Pero también hay que decir que no hay nada más ridículo y hasta gracioso (si no fuera tan trágica la situación) como este imperio en decadencia, que no para de hacer papelones a nivel internacional.
Los abismos
En la OTAN, todo no es tan fácil, porque a la estrategia de seguir provocando a Moscú le salió un obstáculo: la negativa de Turquía al ingreso de Finlandia y Suecia, bajo la excusa de que estos dos países dan refugio a grupos opositores que Ankara considera terroristas.
En la Unión Europea, también el gallinero está alborotado, porque Hungría y Eslovaquia no aprobaron el plan de boicot generalizado al petróleo ruso.
Y en la OPEP (Organización de Productores y Exportadores de Petróleo) no aceptó la imposición de Estados Unidos de una avalancha de producción para suplantar el petróleo ruso. Eso hubiera afectado los precios y dos históricos aliados de Occidente (Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos) rechazaron la idea. Finalmente, se decidió una leve suba de la producción diaria.
Las “bajas” cumbres
Acaba de celebrarse una cumbre en Washington con el bloque ASEAN-Pacífico, integrado por 10 países: Singapur, Brunei, Indonesia, Malasia, Tailandia, Myanmar, Filipinas, Laos, Camboya y Vietnam.
¿Cuál era el objetivo de Estados Unidos? Por un lado, lograr que estos países se unieran al coro sancionatorio contra Rusia. No lo logró, hasta ahora, solo el minúsculo Singapur, de los 10 miembros, ha aplicado sanciones a Rusia. El resto, considera que va en contra de sus intereses. El segundo objetivo es cercar a China, y consolidar un nuevo “patio trasero” en el Sudeste Asiático. Pero para eso, Biden anunció inversiones estadounidenses en la región por 150 millones de dólares. Casi una burla, en el mismo momento en que el Congreso estadounidense aprueba una ayuda militar para Ucrania de 40 mil millones de dólares.
No olvidar que la mayoría de estos países forman parte de la RCEP, una asociación comercial que agrupa a 17 países en torno a China, que tomó la bandera del fracaso norteamericano que significó en su momento el Tratado Trans Pacífico.
Pero se vienen otras cumbres. A largo plazo, la del G20 en noviembre. Se va a desarrollar justamente en el Sudeste Asiático, en Indonesia, una potencia emergente, y el país con mayor población musulmana del mundo. Ese dato no es menor. Ante esta cumbre, Washinton apretó a Yakarta para que no invite a Moscú. No se puede hacer como si nada ocurriera respecto a la participación de Rusia en el seno de la comunidad internacional y de las instituciones internacionales», dijo la portavoz adjunta del Departamento de Estado, Jalina Porter.
Sin embargo, Indonesia invitó a Putin. Y quizá para mantener una apariencia de equilibrio, invitó también a Zelenski, el presidente de Ucrania. Premio consuelo para Washington.
Y peor es el lío que se le armó a Biden en torno a otra cumbre, pero mucho más cercana, en el tiempo y en su supuesta área de influencia: la Cumbre de las Américas. No hay que olvidarse nunca que éste es un invento norteamericano, de 1994 cuando Bill Clinton lanzó la primera Cumbre de las Américas en Miami, la pretendida “capital financiera” de América Latina. Era una respuesta espasmódica a los españoles que habían primeriado con la Cumbre Iberoamericana, invento de Felipe González para desembarcar nuevamente en el continente, esta vez no con carabelas, con la cruz y la espada, sino con las empresas y los bancos.
Esta novena Cumbre de las Américas se prevé para el 6 de junio, dentro de casi tres semanas, en Los Ángeles, la segunda ciudad de Estados Unidos. Quizá en este punto se vea con mayor crudeza la decadencia de Estados Unidos, que ya no puede imponer ni la agenda ni su voluntad, ni siquiera en lo que sigue considerando su “patio trasero”.
El primero que se rebeló fue el México de López Obrador, que dijo que, si Estados Unidos no invita a Cuba, Nicaragua y Venezuela, tampoco va. Lo siguió Luis Arce, presidente de Bolivia. Y luego todo el Caricom (15 países del Caribe) también supeditaron su presencia a que estén todos. Hubo más críticas, algunas fuertes como la de la flamante presidenta de Honduras, Xiomara Castro, y otras más tibias, como las del chileno Gabriel Boric y el argentino Alberto Fernández.
La cosa es que se le alborotó la granja a Washington que, reculando en chancleta, mandará este miércoles a México al ex senador y organizador de la Cumbre, Chistopher Dodd, para hablar con López Obrador sobre el tema.
Algo impensado hace unos pocos años, cuando el mundo era unipolar y Estados Unidos el imperio que imponía su hegemonía y su voluntad. Pero ojo, eso no significa que sea menos peligroso en su poder de daño