Cumbre o abismo
(publicado en http://www.cba24n.com.ar/content/cumbre-o-abismo)
La Cumbre del G20 reúne a las 20 economías más desarrolladas del mundo, más algunos países invitados como Chad, Senegal, Egipto, Kazajtan, Laos, Tailandia, Singapur y España. Pero en realidad, es una cumbre de estancamiento, en la que no se avanza para ningún lado. En este caso, cabría nuevamente la frase de Eduardo Galeano: algunos gobiernos, de cumbre en cumbre, y algunos pueblos, de abismo en abismo.
Se habla en la cumbre del proteccionismo que todos los países están usando para cubrirse de la crisis y cómo esto no deja que el comercio mundial vuelva a crecer, como si ello trajese aparejado automáticamente un crecimiento de la economía. Y el abanderado de esa posición fue Barak Obama, que prácticamente fue a China de paseo, porque más que un pato rengo es un pato paralítico, ya que se está yendo y no conserva casi nada de poder en su país. En su discurso, Obama se mostró a la derecha de los candidatosHillary Clinton y Donald Trump, que han dicho que pondrán un freno al libre comercio en incluso a los tratados Transpacífico y Transatlántico que negoció el propio Obama. En su discurso, el presidente estadounidense puso como ejemplo «el giro en la política económica del nuevo presidente argentino».
Envalentonado, Macri invitó a todos los inversores que quieran a que vengan a la Argentina a invertir, principalmente en minería y en la generación de energías renovables. Claro, su administración levantó las ya escasas retenciones que había a la minería. En cuanto a las energías renovables, parece más una frase de ocasión que un plan verdadero, teniendo en cuenta que su ministro de Energía, Juan José Aranguren, es accionista de Shell y lobbista claro del sector petrolero. Esta es una disputa intracapitalista que también se discute en el seno del G20, porqueChina está abogando por unas nuevas «finanzas verdes», es decir, capitales especulativos que inviertan en energías renovables, además de los ya consabidos bonos verdes, que para lo único que sirven es para que los países desarrollados le compren a los subdesarrollados el permiso de seguir contaminando con la emisión de gases de efecto invernadero.
El llamado «Primer Mundo» sigue empantanado en su propio barro, y no sabe cómo hacer para salir de su laberinto, más allá de discursos bonitos. Porque todos apuestan a volver al crecimiento, pero la realidad es que con tanta austeridad, con tanto ajuste neoliberal, con tantos beneficios para los capitales y con tantos perjuicios para los ciudadanos (cumbres para el poder y abismos para los pueblos) se favorecen las opciones políticas populistas, tanto de izquierda como de derecha. Los populismos de izquierda son los que hoy están en retirada en Sudamérica. Los populismos de derecha, o de extrema derecha, son los que están en avanzada en Estados Unidos y en Europa, principalmente. Donal Trump es el mejor ejemplo de esto, y con su discurso productivista y pro mercado interno (además de racista y fascista) ha arrastrado a Hillary a ponerle un freno al rumbo neoliberal. Igualmente pasa en Europa, con Marine Le Pen en Francia, con múltiples partidos neofasistas y con el triunfo de ayer de Alternativa para Alemania en el estado de Meklemburgo-Pomerania Occidental. No es un estado muy importante, pero sí es el estado de Angela Merkel, cuyo partido demócrata cristiano no llegó al 20 por ciento. Y todo esto a un año de las elecciones nacionales.
Aquí se mezcla la crisis de crecimiento, los golpes al nivel de vida de la población, mezclado con un discurso xenófobo que se agarra de la ola de refugiados para hacer su negocio político.
El problema es que los populismos de derecha no son soluciones para los pueblos, ya lo sabemos por experiencia. No lo fue el fascismo de Mussolini ni el nazismo de Hitler. Antes bien, fueron variantes que usó el gran capital para frenar el avance de la izquierda revolucionaria, y también conocemos cómo terminaron esas experiencias.
En ese contexto, Macri sigue invitando a todos los que quieran venir a depredar nuestros recursos naturales, sobre todo mineros, mientras que Michel Temer deja en China un mensaje muy claro: se viene un shock privatizador y pondrán en venta todo lo que puedan, si es posible, hasta el Cristo del Corcovado.
Algunos gobiernos siguen jugando con fuego, sin darse cuenta de dónde están parados. Siguen de cumbre en cumbre, mientras sus pueblos siguen de abismo en abismo.