Argentina en los BRICS
Por Mariano Saravia
El ingreso de Argentina a los BRICS es una muy buena noticia, desde el punto de vista económico, comercial, financiero, geopolítico y … hasta civilizatorio.
Los BRICS agrupan a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El bloque se creó en 2008 y en ese tiempo se decía que representaba el futuro. Hoy ya es el presente, porque agrupa el 18 por ciento del comercio mundial, el 23 por ciento del PIB mundial y el 42 por ciento de la población mundial.
Ahora entrarán al bloque Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Etiopía y… Argentina. Y con los nuevos miembros, el bloque pasará a representar casi el 40 por ciento del PIB mundial y casi la mitad de la población planetaria.
Son seis los países que entran ahora, aunque había 23 solicitudes formales, y 40 países interesados.
Está clarísimo que es muy bueno para la economía argentina, sobre todo para las empresas que exportan, porque estamos hablando de inmensos mercados que, además, pueden crecer enormemente si millones de pobres de la India empiezan a mejorar su capacidad de consumo.
Financieramente también es muy bueno porque el Nuevo Banco de Desarrollo que dirige Dilma Rousseff es una ingeniería distinta y alternativa al fracasado Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial.
Desde lo ideológico no tiene nada de izquierda, y la negativa tanto de Milei como de Bullrich es sí una anteojera ideológica pero también falaz, porque NO es un club de amigos, NO tiene un sesgo ideológico y menos que menos, de izquierda. Lo que une a los BRICS es el pragmatismo y la necesidad de ir hacia un mundo multipolar que beneficie a todos.
Tan es así, que en los BRICS conviven una China comunista que defiende el libre mercado, una Rusia capitalista y muy conservadora en materia social y una India gobernada por el ultranacionalismo hindú. Así mismo conviven entre ellos con sus claras diferencias y ahora habrá más convivencia todavía. Por ejemplo, entre esa India hinduista y países musulmanes como Arabia Saudita o Emiratos Árabes Unidos. Entre musulmanes sunitas y chiítas, como los históricos enemigos Arabia Saudita e Irán. Potencias regionales opuestas como Arabia Saudita y Egipto, o Egipto y Etiopía. Todo esto habla de un gran triunfo de la diplomacia y de un tiempo donde se reducirán algunas tensiones y se alejará la posibilidad de encender la llama de guerras latentes.
Desde lo geopolítico es fundamental porque el eje del poder mundial se está desplazando hacia el frente Euro-Asiático con un despertar de África y ahora, la posibilidad que se abre para América Latina.
Incluso civilizatoriamente esto representa una bisagra en la historia de la humanidad. Porque a partir del mal llamado Descubrimiento de América, Europa pasó a ocupar, por primera vez, un lugar central en la geopolítica mundial. Sobrevino el genocidio de los pueblos originarios, la esclavitud de los pueblos africanos, la modernidad y el capitalismo. Y la dominación de Occidente (primero Europa y luego Estados Unidos) trajo más cosas malas que buenas en estos 500 años.
Durante esos años del colonialismo, el eje del poder mundial se instaló claramente en el Océano Atlántico. En la segunda mitad del siglo 19, con la construcción del Canal de Suez y el advenimiento del colonialismo en África, el eje del poder mundial fue el Mar Mediterráneo. Hoy, con esta reconfiguración geopolítica, el eje del poder mundial ya es el Océano Pacífico y el Índico.
Puede sobrevenir un mundo más multipolar, más cooperativo y menos trágico que el que hemos conocido. Y los BRICS son parte de ese nuevo mundo que asoma.